viernes, 9 de septiembre de 2011

Capítulo 2: Cosas que contar

Allí estaba yo. Con una pizza que pensaba disfrutar yo sola y mi vecino gorrón metido en casa. Desde luego mi plan para comer sola y agusto no había salido muy bien.  Esperé que Fred se ofreciera a ayudarme a poner la mesa, pero se sentó  y esperó a que yo lo hiciera todo.
    - Pues tienes una casa muy bonita – comentó mientras ponía los platos.
    - Gracias – respondí sin más.
    - Parece mentira que hayáis traído tantas cosas y las hayáis colocado en tan poco tiempo, ¿no? – siguió hablando
    - Bueno,  Dav…mi padre – debía dar una imagen de hijastra buena y agradable con su padre, y llamandole por su nombre de pila, como muchas veces hacía, no conseguiría nada – quiso colocar todo enseguida, dice que vivir en una casa sin amueblar y sin nuestras cosas personales es no tener hogar.
    - Pues yo creo que tiene razón. – dijo sin más, y esperó unos segundos para seguir – Lily, ¿puedo preguntarte algo?
    - Claro – dije, aunque con miedo, encima de gorrón, metomentodo.
    -  ¿Cómo es que te apellidas como tu padrastro? ¿No tienes el apellido de tu padre biológico?
    - Mi madre me ofreció cambiarme el apellido. Si no lo hubiera hecho, sería la única de la familia que no se apellidara Cole. Además no tengo mucho aprecio a mi verdadero padre. Nos abandonó cuando yo era muy pequeña. No le he vuelto a ver, y no ha hecho intento de comunicarse conmigo, y aunque mi madre le mandó una carta para comunicarle que yo me quería cambiar el apellido, él simplemente respondió que le parecía bien y pasó del tema.
    - Vaya. Es una pena que las cosas con tu  padre estén así. Pero al menos tienes a tu padrastro.
Asentí y seguí comiendo antes de que ese aprovechado me robara toda la pizza. Eran las dos y media y faltaban solo dos horas para que llegaran las chicas.

Cuando acabamos, Fred siguió en su moda de pasar de ayudar, así que le dije que podía ir al salón mientras yo recogía. Mejor eso que un tío mirando como hacía todo el trabajo.  Fui al salón y me le encontré mirando la caja de un juego de zombies de la Play.
    - ¿Sabes jugar? – me preguntó
    - Claro, si no no estaría ahí
    - ¿Una chica matando zombies?
    - No, ¿sabes? Es de mi hermano Tom, que tiene 18 meses y sólo sabe decir mamá, papá y caca  – respondí irónica y él soltó una carcajada.

Me senté en el sofá. Qué situación más surrealista. Y lo fue más cuando Fred se sentó a mi lado, y por primera vez, le toqué. Fue extraño. Aunque sabía que la situación era lo de más rara, no me sentía incómoda con Fred. Conectamos desde el principio. Ahora le tenía al lado, con su brazo y su pierna derecha pegados a mí. Me atreví a mirarle. Sí, parecía un chico majo. El pelo rubio perfectamente peinado de forma despeinada quedaba genial con su cara, todavía con restos de la niñez y la sonrisa traviesa. Por un momento recordé a Sam. Él también tenía ese pelo rubio y esa cara de niño.
    - Lily…- empezó Fred
    - ¿Sí?
    - Gracias por haberme invitado. – error, se había invitado él solo.
    - De nada. Así no como sola
    - Me alegra que alguien de mi edad haya venido a vivir al barrio. Y más si es una chica tan guapa y tan maja.
    - Hala, pelota.
    - No soy pelota.
    - Yo también me alegro de haberte conocido – dije después de unos segundos.
Mientras hablábamos notaba como él me miraba, y yo sólo conseguía mirar al frente. Sí. Definitivamente, la tele era gris. Por si acaso, y para asegurarme, seguí mirándola. ¿Qué interes tenía mirar a Fred? Era un chaval que acababa de conocer, muy majo y que se alegraba de conocerme. Y yo a él. Punto. Pero a Fred no le parecía tan sencillo, y cuando volvió a hablar, noté su voz más cerca.
    - No todos los días se puede estar a solas con una chica así. – susurró a mi lado. Sonreí como respuesta, y le miré, solo un segundo. Bastó. Así, de pronto, como un parpadeo, los labios de Fred Blake estaban contra los míos, y mi mente hacía todo tipo de conjeturas e hipótesis a la vez que se volvía loca con el beso de aquel chico. ¿Qué estaba pasando? Yo no era así. Yo no me lanzaba al cuello del primero que pasaba, ni mucho menos dejaba que lo hicieran conmigo. Pero quizás, no era tan malo hacer eso. Quizás es que yo estaba anticuada y leía demasiados libros romanticones.

No era tan malo, me repetía. La casa estaba vacía y un vecino había venido a comer. Era el hijo del jefe de mis padres, venía de buena familia. Era agradable, simpático, guapo, y habíamos conectado. Ningún problema.

Tanto pensar y no me daba cuenta de lo que hacía. Fred seguía besándome y yo allí con mi pensamientos de abuela.

Pensé que no besaba mal. ¿Y si tenía “demasiada” práctica? Me recordé que no debía pensar en esos momentos, ¿por qué me empeñaba en estropear las cosas?

Pero tan rápido como llegó, se fue. Fred se separó de mí y me miró con deseo. No moví ni un músculo.
    - ¿No vas a abrirlas?- preguntó
¿Qué? ¿Cómo? ¿Abrir el qué? Pero sería guarro el tío.
    - La puerta, Lily – siguió ante mi cara de asombro – Han llamado al timbre, ¿no lo has oído?
    - ¿Eh? Sí, claro, voy
Me levanté del sofá con las piernas temblando y volví al mundo real. No había oído el timbre, pero ahora oía las voces nerviosas de dos chicas al otro lado de la puerta. Por eso Fred me había preguntado que si iba a abrirlas. Nadia y Monica. Abrí aún con cara de tonta.
    - Eh, niña, ¿tú qué? – fue el saludo de Nadia – Te estábamos esperando en el parque, lerda.
    - Oh…vaya, lo siento mucho – me disculpé. ¿Tanto tiempo había pasado con Fred? – He estado…liada. ¿Cómo habéis llegado?
    - Leyendo los buzones de todo el vecindario – respondió Nadia
    - Bueno, los que hay, la mayoría de las casas están vacías – añadió Monica.
Me acerqué a ellas y cerré un poco la puerta a mi espalda.
    - Chicas, tengo un…pequeño problema – susurré
    - ¿Un problema? ¿Qué pasa? – vociferó Nadia. Ella siempre tan cuidadosa.
La puerta se abrió y apareció Fred sonriente.
    - El problema soy yo. He venido a molestar a Lily un ratillo. Encantado, me llamo Fred, soy el vecino de Lily. – dio dos besos a cada una – Lily, me podías haber dicho que venían tus amigas y me iba, mujer.
    - ¡Pero si no pasa naaaaadaaaa! – gritó Nadia - ¿Se puede quedar, no Lily? Sí, venga, te puedes quedar. 
No tenía una persona como amiga, tenía un megáfono hiperactivo. Lo que necesitaba ahora era contarles lo que había pasado, opinar qué debía hacer, no tener toda la tarde a Fred pegado a nosotras. O sólo con él, o sólo con ellas, las dos cosas me parecían incompatibles. Encontré una pequeña salida.
    - Vale, quédate. ¿Qué tal si coges un bañador de tu casa? Podemos ir a la piscina – comenté. Podía contarles un poco resumido lo que había pasado mientras él iba y volvía.

Fred se largó con su sonrisita perfecta y los ojos marrones brillando de triunfo, y Nadia volvió a activar su hiperactividad.
    - Lily, ¿dónde está el baño? Voy a cambiarme y a ponerme el bikini antes de que venga este bombón. ¿Todos los chicos así viven en las afueras? Me voy a vivir al campo, chica.
    - Nadia, calla. Ha pasado algo. Os lo tengo que contar. Fred ha venido a comer a mi casa…
    - Anda que no aprovechas tú ni nada al George Clooney del barrio.
    - Nadia, ¿tú vives a base de cafeína? – comentó Monica. Era increíble como esas dos chicas se podían llevar tan bien. Monica era bastante tranquila, tímida, y prefería escuchar a hablar.
    - Pero ¿qué os pasa con que me calle? Si soy la que os da alegría, muermos. Me voy a cambiar, ¿el baño? – volvió a preguntar Nadia
    - Por favor, escuchadme.  – insistí
    - Lily, luego nos cuentas, prefiero cambiarme ahora que hacer esperar a Fred.
    - Ah, ¿y a mí puedes hacerme esperar? – dije rindiéndome.

Fred, ya en bañador apareció pronto por la puerta.
    - Voooolví – anunció. Desde luego, él y Nadia ponían la cabeza como un bombo a cualquiera. Claro que en la mía seguía bombeando sangre con fuerza después de pasar tanto tiempo con él. Casi parecía un sueño. – Bueno, ¿y tú cómo te llamas? – preguntó a Monica
    - Soy Monica
    - Vaya, todas las chicas que conozco últimamente son muy monas.
Monica se sonrojó. Que yo supiera, no había tenido nada importante con ningún chico. En realidad, no había tenido absolutamente nada con ningún chico. Pero como decía Fred, era mona. Pero tímida. Estúpido Fred. ¿Tenía que ser perfecto con todo el mundo?

Salimos al patio trasero y colocamos nuestras cosas al lado de la piscina. Nadia y Fred se retaban a tirarse a bomba, Monica se reía a lo lejos metiéndose poco a poco en el agua y yo miraba cabreada desde una esquina con la cabeza medio metida en el agua. Estaba siendo un día realmente raro.
    - Eh, tú – me chilló Nadia - ¿Vas a seguir con esa pose de cocodrilo de Peter Pan o te vienes a socializarte un rato?
    - Voooy voooy. No quería que me mojárais. – respondí de mala gana.

Al poco tiempo, el encanto natural de Fred hizo que me sumara a la fiesta. Pasamos la tarde tirándonos unos a otros a la piscina, haciéndonos ahogadillas y bromeando. Incluso Monica habló más de lo normal. En mi interior seguía esa espinita de preocupación por lo pasado con Fred. Tenía que aclarar las cosas con él, ¿qué pretendía? Yo no era una de esas que van de flor en flor. Pero en ese momento, por segunda vez ese día, decidí dejar mi preocupación de lado.

Quizás no había sido tan mala suerte que Fred se hubiera quedado a comer. Es más, estaba bastante agradecida de que lo hubiera hecho.

A las nueve el padre de Monica pasó a buscarla. Pasarían unos días en el pueblo de sus abuelos. Nadia poco después decidió irse también para coger el bus de las nueve y media, y Fred la acompañó a la parada. Me quedé sola. Fred se había ido y noté la casa demasiado grande para mí. Mi propio cuerpo y mi mente me venían grandes.
A las diez en punto Jen trajo a los gemelos, ya dormidos en el carrito. Les acostó y se fue, después de convencerla de que mis padres estaban a punto de llegar. Pero llegaron las once y media y a mi casa no venía nadie. Los dos comunicaban. Seguía sola, y no había nadie en MSN. ¿Dónde se había metido Nadia? Necesitaba hablar con ella. Por fin, a las doce menos cuarto, se conectó.

[Nadia] ¿Hola? ¿Me está pasando a mí? dice:
¡¡¡¡¡LILIAN COLE!!!!!

_Lily_ Devolvedme mi vida dice:
Deja el café y la Coca-Cola, por Dios.

[Nadia] ¿Hola? ¿Me está pasando a mí? dice:
Si te hubiera pasado lo que a mí también chillarías

_Lily_ Devolvedme mi vida dice:
¿Qué pasa? Oye, yo te tenía que contar una cosa antes y has pasado de mí.

[Nadia] ¿Hola? ¿Me está pasando a mí? dice:
Lil, adoro tu urbanización fantasma.

_Lily_ Devolvedme mi vida dice:
Nai, tranquila. Va, cuéntame, ¿qué ha pasado?

[Nadia] ¿Hola? ¿Me está pasando a mí? dice:
Me he enrollado con Fred.

3 comentarios:

  1. Sabía que Fred era tan hijo de perra como el pavo de la otra vez. ¿La hará lo mismo? Hum... Creo que ya sé qué va a pasar con Fred jajajaj
    Por cierto, lo de la tele me ha matado xDDDDD
    Y se te ha colado una interrogación: preguntó?
    ¡Besineees!

    ResponderEliminar
  2. No lo sé. Quizás no sea un hijo de perra...He cambiado muchas cosas...
    Ahora mismo corrijo lo de la interrogación xDDDDDD Era para darle énfasis, como preguntaba, pues pongo la interrogación. Nah, es coña, soy torpe.
    ¡Besos!

    ResponderEliminar
  3. :O PERO QUE GUARRO , QUE HIJO DE LA GRAN PERRA ,AGGHHHHHHHH ODIO A FRED . ¬¬ ¿Como se puede enrollar con Nadia ? T_T por dios publica pronto para que lily le de una bofetada a fred ¬¬ que mal me cae enserio .
    SIGUIENTE ;D besos

    ResponderEliminar