domingo, 12 de febrero de 2012

¡Novedades!

¡Hola! Soy Sara, y vuelvo después de más de un mes sin subir nada a ninguno de mis blogs. Quiero pediros perdón por la espera, y daros las gracias a todos los que seguís a mi lado aunque haya tardado tanto en volver. Muchas gracias, de verdad. Mi inspiración no siempre viene, y prefiero esperar a que me visite para escribir, ya que sé que no soy la mejor escritora ni lo seré, y espero momentos de lucidez para hacerlo lo mejor que pueda.

He pensado en varias novedades para el blog y para mi “vida” de escritora, y espero que me ayudéis. El primero punto es el tema de una de mis redes sociales, Twitter. La cuenta dedicada a Twitter para este y mis otros blogs está bastante abandonada, ya que no sé qué más poner aparte de nuevas entradas subidas, y se me olvida la mayoría de las veces entrar, aparte de que no está teniendo mucho éxito. Por lo tanto, voy a cancelar esa cuenta, y ya veré más adelante si publico mi cuenta personal para que me sigáis allí, aunque no tuitearé nada relacionado con nuevas subidas del blog, aunque puedo comentar algo. 

Otro punto. Muchos conoceréis a Lady Carla Tresdosnueve, ya que tiene mucho éxito junto con sus novelas Besos Prohibidos, Crónicas de Thaishat y Hojas de Otoño. Pues bien, ella y yo hemos creado un nuevo blog, Canto de sirena de policía ( http://cantodesirenadepolicia.blogspot.com/ ) en el que no sabemos muy bien que subiremos, seguramente un poco de todo. Si aún no lo conocéis, pasaos, y si os parece muy soso, ¡pasaos de nuevo dentro de un tiempo! A ver si nos hemos organizado y lo tenemos mejor  xD ( ¿se pueden poner “xD” si se supone que soy una escritora “seria”? )

Y el último punto y más importante. Tengo en mente cambiar el nombre de la historia y del blog. “Luz y Oscuridad” es un nombre carente de originalidad y muy repetido por distintas historias, sin ningún carisma. Si me prometéis que vais a participar unos tantos, puede que haga un concurso para elegir un nuevo nombre. No cambiaré la URL del blog hasta pasado un tiempo en caso de cambio, para no confundir a la gente. Llamémoslo, “período de adaptación”. Bueno, pues os toca decirme qué os parece el cambio de nombre, si participaríais en el concurso para cambiarlo ( por darle vidilla, ya que quiero que me deis ideas, a mí sola no se me ocurre nada bueno ) y qué os gustaría de premio o algo así, todo al gusto del lector. 

Muchas gracias de nuevo por darle una oportunidad a esta chica.
Un besazo :)

Capítulo 9. Azalea


Me miré en el espejo con preocupación. Mis ojos parecían más brillantes y grandes de lo normal. Además estaban teñidos por un leve color rojo. Mis mejillas estaban sonrosadas y mis labios secos. Esa noche me había dormido llorando, y había despertado llorando. Un pensamiento positivo cruzó mi mente: al menos había dormido.

Habían pasado dos semanas. Sólo había visto a Celeste desde entonces. Era quién me traía la comida y quién preguntaba si necesitaba algo. Siempre la misma respuesta: No. Lo que de verdad necesitaba no podían dármelo. Estaba mucho más tranquila, eso era verdad. Parte de mi dolor había desaparecido, pero todo me resultaba extraño.
Suspiré exageradamente y seguí buscando ropa que se asemejara a la que yo siempre había llevado. Celeste me había avisado el día anterior de que hoy llegaría mi tutor. Sería el encargado de enseñarme cómo reinar.  Posiblemente, alguna de esas clases conseguiría distraerme. Al principio pasaba todo el día llorando y compadeciéndome de mi desgracia. Pero pronto descubrí un extraño piano en aquella habitación. Era inmenso, y sus teclas eran tan delicadas como pétalos, sonaban al mínimo contacto. Era lo único que me entretenía en aquel lugar. Sabía más o menos como tocarlo, aunque por supuesto, era muy torpe.

Encontré un vestido lacio y que parecía bastante cómodo. Miré el extraño reloj al lado de mi cama. No comprendía su extraño funcionamiento, pero Celeste me había explicado que mi profesor vendría cuando las cuatro agujas más pequeñas apuntaran hacia abajo y las otras dos hacia arriba, y no quedaba demasiado tiempo.

Me acerqué a la mesilla de noche y escondí en uno de sus cajones el pequeño diario que llevaba escribiendo esas dos semanas. Mis primeras impresiones sobre ese mundo, mis deseos, mis pensamientos, mis recuerdos. No tenía ganas de que aquel tutor fisgara mis cosas ni preguntara por ellas, si se atrevía a hacerlo. Sólo Celeste sabía de la existencia de aquel diario, ya que fue quien me lo trajo.

Pocos minutos después alguien llamo a la puerta.
    - Adelante – dije.
Entró Celeste, seguida por una mujer que ya había visto, una chica en realidad. Era inconfundible, con ese atuendo tan extraño, esa piel tan diferente al resto y la mirada cargada de seguridad. Azalea.
Caminó segura hasta la mesa de cristal, situada al lado de uno de los ventanales, y dejó allí el saco cargado que traía.
    - Paz – saludó Celeste – Majestad, Azalea será vuestra tutora, quién os enseñará a manejar vuestros poderes, la historia de la región y todo lo necesario para un correcto reinado.
  Asentí sin saber que decir, y Celeste se marchó. Era mi primer contacto con cualquier otra persona que no fuera ella en semanas.
     - ¿Has sentido algún poder especial? ¿Alguna nueva habilidad? – me preguntó Azalea, casi sin interés
     - No
Azalea suspiró. Avanzó con gracia hasta el enorme cristal que yo me había dedicado a mirar con curiosidad todo aquel tiempo. Un enorme diamante, tan alto como una persona y brillante.
     - Esto – dijo sin apartar la vista de él – Es el Cristal de Luz. Siempre que estés junto a él tus habilidades serán ilimitadas. Reúne toda la energía de la región. Sólo tú puedes tocarlo, aunque bastaría con acercarte lo suficiente. Has tenido que notarlo.
  Yo no lo había notado. Sentía tal respeto por ese cristal que no conseguía acercarme. Era algo que no podía explicar. Aunque sintiera curiosidad por todo lo que había visto hasta el momento, me había mantenido alejada de ese cristal. En el fondo sabía que era algo demasiado importante, algo me lo decía.
     - Sí – dije – Me siento…bien con él.
Azalea simplemente asintió. Contempló el cristal con adoración y volvió a la mesa. Me acerqué a ella y me quedé esperando a que dijera algo más. Su actitud serena y fuerte me impedía derrumbarme. Me daba la impresión de que aquella chica pensaba que yo no valía para eso. Tampoco parecía que le gustara mucho tener que ser mi tutora.
     - Habrás notado que no te trato como los de más – dijo, sentándose en una de las majestuosas sillas.
     - Sí – repetí.
     - Para mí una reina no es reina si no sabe ni qué gobierna. Puedes tener nombre, puedes estar predestinada a este puesto, pero no sabes nada. Antes de que venga un estudioso de la región a enseñarte cuentos y alejarte de la realidad prefiero venir yo. Puede que todo te parezca muy bonito, Lilian, pero yo no soy la única que piensa que aún no eres reina. En realidad, muchos cargos importantes que te besarán los pies jamás lo pensarán. Eres el nombre de la región, quién da la cara, quién se hace responsable. Y quien tomará las decisiones será el Consejo. Por eso a nadie le hace gracia que yo esté en él. Porque saben que te avisaré. Izel nunca reinó. Izel se dedicaba a firmar papeles, a ser adorada, mientras el Consejo tomaba las decisiones. Hace tiempo que la reina dejó de existir. Ahora que yo soy tu tutora, no permitiré que esto pase. No vendrá nadie a contarte historietas sobre lo maravillosa que es la región, que no tendrás que preocuparte por nada y que todo está controlado.
  Escuchaba absorta las palabras de Azalea. De pronto, ella bajó la parte de la túnica que le cubría la cara. Era increíblemente hermosa. Sin embargo, algo rompía la armonía de su cara, un enorme tajo en su mejilla derecha, tan fresco como si fuera de esa misma mañana.
     - Estoy segura de que nadie te ha hablado de la región de la Oscuridad. Donde acaba la región de la Luz, al final de mis dominios, tierra desconocida para todos. Donde siempre es de noche, donde viven criaturas tan fuertes como desconocidas para nosotros. Un lugar que te pintarán como el peor, y se quedarán cortos. No es una región de caos y odio. Pero sí lo es de destrucción. Destrucción para uno mismo. He estado allí, y la agonía casi puede conmigo. No era mi lugar, por mucho que me empeñara.
     - ¿A qué te refieres? ¿Por qué fuiste? – interrumpí sin poder evitarlo
     - No fue hace demasiado. Fui hace siete años, y volví dos años después. Fui porque mi inocencia me llevó.
  Azalea no me había dejado nada claro, pero dejé pasar mi curiosidad por esa vez.
     - La agonía que te describo tiene más que ver con una región que nunca has pisado. Allí eres un forastero, alguien que no pertenece. Estás excluido. Nada, ni siquiera lo más fuerte, podrá mantenerte allí, y si te quedas, morirás. Tienen sus reglas, su forma de vida. No está hecha para nadie de aquí. No tienen  los mismos valores que nosotros. Siendo muy suave, podría hablar de otra cultura. Cuando intentaba escapar, uno de los mejores guerreros, la mano derecha del rey me hizo esta herida. Jamás le olvidaré – Azalea arrugó la cara con odio – Fobos.
  Me quedé en silencio asimilando todo. No podía imaginarme aquel lugar. Ni siquiera había salido de ese castillo. Quizás Azalea no fuera tan fuerte como parecía. Su bello rostro se crispaba con cada palabra, con cada recuerdo que volvía a su mente.
      - Los orígenes de la región de la Luz son desconocidos – siguió Azalea, queriendo dejar atrás sus recuerdos -  Nadie sabe por qué está aquí. Por qué cada cierto tiempo reina una nueva mujer. Por qué los excluidos de otros mundos llegamos a este lugar. Pero una vez, hace milenios, nació alguien tan excepcional como temible. Se llamaba Káligat. – de pronto paró -  Más adelante podré traerte más datos sobre él, pero no quiero llenarte la cabeza de cosas. Lo importante es que comprendas dónde te encuentras, y que tu vida, fuera la que fuera en tu anterior mundo, ha cambiado. Que tienes unas responsabilidades.

    - ¿Qué pasó con Káligat? ¿Qué hizo? – pregunté.
    - A nadie aquí le gusta hablar de Káligat. Fueron doce años de reinado oscuro. De pobreza, guerrillas, y destrucción. Káligat era poderoso. Un guerrero excepcional que además controlaba las artes mágicas. Fue la única persona que asesinó a una reina. La reina Venus, una de las mejores que ha tenido la región. Estuvo un tiempo en el poder, y cuando consiguieron derrotarle, su poder era tan inmenso que, junto a sus seguidores, consiguió arrebatarnos casi la mitad del desierto, y aislaron toda la luz de su territorio, el cual cada día crece más. Una auténtica aberración para todos. Es lo único que debes saber sobre Káligat. Su horrible corazón y su horrible creación, la región de la Oscuridad. Hoy es el primer día, y ya está bien. Todo lo que debes saber lleva muchas horas, y supongo que necesitarás descansar – pronunció las últimas palabras con brusquedad, como si se diera cuenta de que no debía seguir hablando. Era la segunda vez que me hacía aquello.
  Azalea se levantó, se tapó la cara y avanzó hasta la salida.
     - Volveré mañana a la misma hora – dijo antes de marcharse.
Volví a quedarme sola.


Dominic se encontraba solo en la sala. Así lo había decidido. Estaba harto de gente besándole los pies. Todos los días entraba en aquel sitio, lleno de armas, de libros antiguos y de todo tipo de recuerdos almacenados durante cientos de años. Aquello había dejado de ser una sala más del castillo para convertirse en la sala de Dominic. Ni siquiera los más cercanos a él se atrevían a entrar. El rey cogió uno de los libros más grandes, con tapas de cuero, antiguo y de hojas desgastadas. Lo tomó en sus manos como un tesoro, un bebé frágil. Lo abrió con delicadeza y leyó cada palabra con dedicación, con los ojos oscuros llenos de ilusión. Se sabía aquel diario de memoria, él mismo lo había traducido, copiado y cuidado, basándose en el trabajo que otros reyes habían hecho antes. Aquel libro que tenía en sus manos no era un diario cualquiera. Era el diario que recogía toda la vida de su señor Káligat. Todos sus planes, sus ideas, cómo creó aquella región, cómo luchó contra cada guerrero que se disponía a derrotarle. Pero Dominic se sabía todo aquello de memoria. Lo que de verdad le interesaba eran las últimas páginas. Los últimos meses de vida de su señor, con el secreto mejor guardado de todo el Mundo de las Almas. Él conseguiría aquello que Káligat no había conseguido, aquello que relataba antes de morir.
Los ojos del gran rey de humedecieron ante la emocionante idea. El invencible, respetado y joven rey, dejó escapar las lágrimas. Lágrimas de alegría y de ilusión.