domingo, 2 de octubre de 2011

Capítulo 5: Final

    - Cariño…cariño, despierta
Abrí un poco un ojo y la luz me cegó. Estaba muy cansada. No recordaba cuando me había dormido, pero sabía que no había sido pronto.
    - Lily, despierta…
Me incorporé. Debía disimular delante de mi madre, que estaba allí, llamándome.
    - Lily, ¿estás bien?
    - Sí, ¿por qué?
    - Te has dormido vestida. Y no tienes buena cara.
    - No pasa nada – mentí – Un descuido anoche, no me puse el pijama.
    - Toma – me dijo pasándome su móvil – es Monica.
Cogí el teléfono y eché a mi madre con gestos.
    - ¿Monica? – pregunté.
    - ¡Lily! Por fin contacto contigo. Te he estado llamando al móvil, pero me salía que le tenías apagado…
    - Ya, ya, ya lo sé. – recordé cómo el día anterior había apagado el móvil para evitar contacto con el mundo exterior.
    - He hablado con Nadia…
    - Oye, Monica, si me vas a echar la bronca te cuelgo.
    - Joder, se nota que te acabas de levantar – me repredió – Yo sólo quiero hablar, no quiero echarte la bronca.
 Suspiré y esperé a que siguiera hablando
    - Pero…creo que deberías haber hecho caso a Sam.
    - ¿Por qué todo el mundo cree que Sam es Dumbledore? Que yo sepa Sam no es un sabio de los maiar. Se puede equivocar, ¿sabes? No conoce a Fred.
    - Ya, ni tú tampoco. Y eres la primera que dice que Sam nunca se equivoca.
    - Todo el mundo se equivoca, nadie es perfecto – repliqué
    - Sam se acerca.
    - ¿Qué has dicho? – pregunté sorprendida.
    - Que Dumbledore tampoco era ningún Maiar. ¿No estarás refiriéndote a Gandalf? Oyes cuando hablamos de eso, te quedas con un par de ideas y lo lías.
    - Era el mismo actor, no me cambies de tema.
Nos quedamos en silencio unos segundos
    - Lily…por favor, no hagas el tonto – me pidió
    - No hago el tonto. Pero Fred es especial, ¿sabes? ¿No has sentido nunca una conexión especial con alguien? ¿No has sentido que le perdonarías todo? – esperé a que dijera algo, pero no obtuve respuesta y seguí – Sé que son tonterías, pero yo siento eso. Que aunque le acabe de conocer es especial. Y aunque haya hecho eso con Nadia se ha explicado. Supongo que ella te lo habrá contado. Pero Fred no tiene maldad.
    - ¿Estás intentando decirme que te has enamorado de él? – me preguntó.
    - No lo sé – respondí a los pocos segundos – Pero me gusta.
    - Está bien. Igual que tú no puedes juzgar si Fred es malo o no…
    - Sí puedo. Sé que no lo es. – la interrumpí.
   - No, no puedes. Necesitas conocer a la gente, no es una estúpida película, Lily. Igual que tú no puedes juzgar si Fred es malo o no, yo no puedo juzgar si es bueno. Así que te dejaré en paz. Tú sabrás lo que debes hacer. Pero no hagas locuras.
    - No las haré, te lo prometo.
    - Tengo que irme. Te quiero, Lily.
Me sorprendí. Monica no mostraba fácilmente sus sentimientos. Y aunque yo sabía que me quería, nunca me lo decía.
    - Te quiero, Monica.
Colgé y me levanté. Por lo menos tenía a Monica. Parecía más comprensiva que Nadia con el tema. Pero aún así me cabreba que nadie creyera lo que yo creía. Que Fred no era malo, no tenía maldad. ¿Cómo se podía comportar con tanta dulzura alguien malvado? Una parte de mí me decía que no debía confiar tan rápido en nadie. Otra parte me decía que podía hacer una excepción.

Encendí el móvil. Al mismo tiempo que me llegaba un SMS las voces asaltaron mi cabeza de nuevo


Sólo ven. Adelántate al destino. Ven.


Solté el móvil y dejé el SMS para después. Las voces se oían claras, más que nunca. Distinguí la voz de una niña pequeña, que me suplicaba. Por primera vez sentí todo el peso de lo que significaba oír voces. Estaba loca. Busqué algo que me alejara del mundo de locura, que me recordara lo normal y ordinario que era el mundo. Aquel mundo donde estabas majareta si oías voces. Cogí el móvil con manos temblorosas. Allí estaba el SMS:


Sé que pasan veinte minutos desde que tus padres se van a trabajar hasta que llega tu prima. Quizás haya una sorpresita en tu puerta durante ese periodo de tiempo ;)


Aquel extraño SMS no ayuda a volver a mi mundo de normalidad. No había firma y yo no tenía el número de aquella persona. Miré el reloj. Mis padres ya se habrían ido haría diez minutos, lo que había tardado en hablar con Monica. Aunque quizás todavía estuvieran en casa, ya que yo tenía el teléfono de mi madre.

Bajé poco a poco las escaleras, pero no oí ningún ruido en la cocina ni en el salón. No había nadie en toda la casa, y los gemelos dormían. Di varias vueltas por el recibidor nerviosa. Me sobresalté cuando un sobre pasó por debajo de la puerta. Tuve la tentación de abrir corriendo para saber quién lo había metido. Pero, ¿y si era alguien peligroso? Me acerqué al sobre y lo cogí. “Lily” ponía en él. Mis manos seguían temblando, y abrí el sobre como un robot, esa mañana estaba siendo demasiado rara. Saqué un folio, mientras le desdoblaba se me ocurrió que la carta podía ser de Fred. Pero, ¿cómo podía tener él mi número? ¿Y por qué una carta?

La hoja estaba completamente escrita. No había márgenes, la letra era pequeña pero elegante, las dos caras estaban repletas de letras. El sobre seguía pesando. Saqué otro folio. Dos. Tres. Cuatro. Cuatro folios iguales al primero.

Subí corriendo a mi habitación y tiré los folios sobre el escritorio. Comencé a leerles con ansia mientras las lágrimas corrián por mis mejillas. Eran poemas. Poemas hermosos. Todos apretujados, seguidos, frases sueltas, letras de canciones. Pero no lloraba por eso. No lo había visto antes, pero en la esquina derecha inferior de todos los folios firmaba Fred. Él había escrito hasta cuatro folios llenos de palabras de amor. Y era para mí.

Llegó Jen, pero no me molesté en salir de la habitación. Releía las hojas una y otra vez. ¿Alguien había hecho algo más hermoso y alocado que eso alguna vez? Seguramente sí, pero no me lo habían hecho a mí. Al mover rápidamente el sobre me llegó la fragancia que desprendía. Fred había perfumado el sobre, olía a lirios. Me recordó muchísimo a algo, pero no lograba recordar a qué. Me concentré en las hojas.  Al final de la última hoja no había ningún poema, ni canción, ni frase. Era una invitación.

“Voy a hacer una fiesta en mi casa dentro el sábado a las nueve de la noche. Exijo a la chica más preciosa de este mundo acudir. Lady Lilian, la espero.”






Esas líneas se repetían en mi cabeza una y otra vez la noche del sábado. Eran las nueve menos cuarto. No había visto a Fred desde entonces. No le había visto por la calle. No me atrevía a volver a ir a su casa, no tenía ninguna excusa. Le había mandado un sms preguntándole simplemente qué tal. Él me había respondido que bien, y que esperaba verme en la fiesta. Que no me podía ver hasta entonces.

No tenía ni idea de a quién había invitado, ni qué debía ponerme. Pero yo ya estaba preparada con una camiseta palabra de honor rosa, unos pantalones cortos y unas sandalias negras. Procuré estar entre lo informal y lo elegante. Pero fui consciente de que no iba a conocer a nadie más que a Fred. Y ya eran las nueve menos cinco.

Cuando salí de casa noté que hacía más viento de lo normal. El cielo estaba repleto de nubes. Y mi cabeza volvió a jugarme una mala pasada.


“Ven con nosotros. Ayúdanos. Ven. Será tarde, se está haciendo tarde. ¡No lo permitas!”


Me asusté, como siempre que las oía, pero decidí pasar de ellas esa noche. Tenía muchas ganas de ver a Fred. Nadie me iba a impedir ir a esa fiesta. Aunque Sam hubiera ido a mi casa los dos días anteriores a intentar convencerme de lo contrario. “No vayas. No sabes quién va a ir, no le conoces apenas, no debes caer más veces en la trampa”. Estúpido Sam y estúpidas voces. Antes de irse el día anterior me había vuelto a decir la también estúpida frase de “No te enamores”. Después de toda una tarde intentando convencerme de que lo que hacía estaba mal, no me salió otra cosa que “Nadie elije eso. Sólo pasa”. Qué moña me estaba volviendo.

Por supuesto, también había salido el tema de Nadia. No había vuelto a hablar con ella, aunque Sam también insistiera en que la pidiera perdón. Según él, ella lo estaba pasando mal. Fred también la había marcado. Y había jugado con ella. Pero yo no iba a dejarme amedrentar. Nadia había dudado de Fred, así que tan colada no estaría. Puede que muchos me llamaran egoísta, pero en aquel momento demasiadas cosas de mi vida habían cambiado como para ponerme a pensar en los demás.

La casa de los Blake se erguía señorial delante de mí. Oía la música de dentro, y el murmullo de la gente. Crucé el jardín perfectamente cuidado y llamé al timbre, tan nerviosa como la última vez que lo había hecho.
Fred me abrió la puerta. Iba vestido con una camisa negra, unos vaqueros y unas deportivas normales y corrientes. Más guapo de lo que le recordaba. Sonreí inconscientemente.
     - Lily – dijo sonriendome
     - Hola…- saludé vergonzosa.
Iba a decirle que le había echado de menos esos días, que debería haberme llamado, quería picarle diciendo que no sabía por qué estaba allí si el pasaba de mí, pero Fred me cogió de la mano, me llevó a la entrada del salón y gritó:
     - Chicos, está es Lily Cole. Espero que os portéis bien con ella, ¿eh?
Todos me miraban y sentí como se me subían los colores. Habría unas veinte o treinta personas, en su mayoría chicos. Tan sólo había cinco chicas subidas a sus taconazos y embutidas en sus vestidos cortos y escotados. Me sentí un patito feo.
Algunos saludaron con la cabeza y siguieron a lo suyo. Un par de chicos se me acercaron. Era como estar en un programa de la MTV, todos eran super guapos y super perfectos, y estos dos no se quedaban atrás.
     - Me llamo Ethan – saludó uno de ellos, lleno de piercings – Da gusto ver caras nuevas por aquí.
     - Encantada – dije cortada.
     - Rick, - dijo el otro chico, más bajito y rubio - ¿Desde cuando conoces a Fred?
     - Pues…desde hace unos días, pero había estado con él hace años…es el hijo del jefe de mis padres.
     - Sí, algo nos había comentado él. – dijo Ethan y se volvió hacia Fred – Oye tío, ¿nos la dejas un rato, no?
Recé porque Fred dijera que no. Me daba mucha vergüenza estar rodeada de dos chicos que ni conocía.
     - Vale, pero cuidadla, ¿eh?
     - Te la vamos a cuidar tan bien que nos la vas a tener que dejar más días, ¿eh? – dijo Rick
Los tres rieron por la broma, pero yo no lo había entendido. Ethan y Rick me llevaron hasta la mesa de la bebida y la comida y me plantaron un vaso en la mano.
     - Bueno, Lily, ¿y cuántos años tienes? – preguntó Rick
     - Dieciséis
     - Este elemento también tiene dieciséis. Yo ya he cumplido los diecisiete – dijo Ethan.
Unas tantas preguntas personales después, vi como Fred se acercaba. Pero lo que no me esperaba era que se pusiera a mi lado y me pasara el brazo por la cintura.
     - ¿Qué tal la fiesta, chicos?
     - Bien, bien. Pero creo que aún queda lo mejor – dijo Ethan. Los tres volvieron a reír. Yo sonreí para quedar bien.
Vi como las cinco chicas de la fiesta me miraban con curiosidad y cuchicheaban entre ellas. Llevaban toda la noche así y me ponía muy nerviosa.
Fred me cogió de la mano y me llevó fuera del salón, a un lado de la puerta donde nadie nos podía ver.
     - ¿Todo bien, Lily?
     - Claro… - dije, y vi mi momento de atacar - ¿Por qué no has hablado conmigo hasta hoy?
     - Bueno…  - sonrió pícaro – Así los dos tendríamos más ganas de ver el otro.
No pude seguir hablando. Fred me había arrinconado contra la pared y me estaba besando. El ruido del salón me recordaba que había gente, permitiéndome no dejar que el tiempo pasara sin enterarme. Pero pronto lo dejé de oír. No podía hacer más que devolverle el beso. Fred tenía razón. Así había conseguido que tuviera más ganas de verle.
Sus manos fueron bajando desde la espalda hasta mi trasero. Me subió las piernas para que le rodeara con ellas, me cogió y empezó a subir las escaleras sin dejar de besarme.
Me estaba poniendo muy nerviosa. No sabía que estaba haciendo, pero tampoco quería parar.
Antes de que me diera cuenta estábamos en su habitación.
Se separó de mí durante un momento para tumbarme sobre la cama. La habitación era grande, de color azul, llena de pósters de motos o coches.
Hice el amago de levantarme, pero él no me dejó. Empezó a besarme el cuello mientras sus manos se metían por debajo de la camiseta
     - Fred…- susurré – Fred, para.
No me hizo caso, y me puse nerviosa de nuevo.  Desató el nudo que sujetaba la camiseta y me le intentó quitar.
     - ¡Fred, para! – dije más alto - ¿Qué haces?
     - No seas estrecha, joder – dijo agarrándome las manos para que no forcejeara. Intenté liberarme a patadas, no me gustaba nada lo que estaba haciendo, fuera una broma o no. Me había conseguido quitar la camiseta y me besó para que me callara. Intenté librarme del beso mientras no dejaba de agitar las piernas. Conseguí darle una patada y se apartó un poco
     - ¿Pero qué haces, idiota? Deja de patalear como una niña pequeña – gritó
     - ¿Qué haces tú? – grité asustada - ¡Déjame en paz, no quiero!
     - No me vas a joder esto, estúpida.
Me pegó una bofetada. Fui consciente de todo lo que estaba pasando. No conocía a nadie en esa fiesta, y posiblemente tampoco me querrían ayudar. Había sido estúpida al no hacer caso a Sam, Nadia y Monica. Ahora todo lo que yo había creído me parecía tan estúpido que me entraban ganas de llorar.

Tenía las muñecas firmemente sujetas por Fred, e intetó desabrocharme el pantalón con una mano. Volví a las patadas, pero no podía hacer mucho ya que él estaba encima de mí.
     - ¡SOCORRO! – grité con todas mis fuerzas - ¡POR FAVOR, AYUDADME! ¡POR FAVOR!
     - Que no te van a ayudar, cállate un poco – dijo Fred. Otra bofetada.

“Es tu última oportunidad. Corre. No tiene que obligarte. Tienes que venir antes de que sea tarde. ¡QUEDA MUY POCO, LILIAN!”


La voz de aquella niña en mi cabeza se oyó débil entre tanta confusión. Pero tenía razón, debía correr.
Fred se quitó la camisa y siguió besándome el cuello y el pecho mientras intentaba quitarme los pantalones. Logré liberar una mano y le empujé, pero él tenía más fuerza.
     - ¡Suéltame, por favor! ¡SUÉLTAME! – grité desesperada.
Se levantó enfurecido y me pegó una bofetada más fuerte que las anteriores.
     - ¡Para quieta! ¿Prefieres que lo haga por las buenas o por las malas?
Empecé a llorar. Quería irme de allí, pero Fred tenía más fuerza que yo.
     - ¿Por qué yo? Yo no quiero. Coge a otra chica.
     - Ellos te han elegido a ti
     -¿Quién? ¿Por qué? – pregunté asustada
     - Esas chicas que están en la fiesta ya son del grupo. Tú puedes serlo. Y yo puedo serlo si hago esto.
     - Por favor, déjame – supliqué. No entendía nada.
     - Podemos ser miembros del grupo más selecto de toda la ciudad. Pero esto es una prueba. No sabes la de privilegios que podemos tener.
     - Yo no quiero ser miembro de ningún grupo.
     - Por eso era un reto follarte.
     - Para, para, ¡yo no quiero hacer nada! – grité como pude. El llanto me quedabraba la voz.
Fred no respondió y siguió intentando desnudarme. No soportaba sus manos sobre mí, manoseándome como si fuera un objeto.
Por fin conseguí liberar la otra mano. Empecé a dar puñetazos a ciegas y alcancé la cara de Fred en un par de ocasiones. Me incorporé un poco pero él me agarró del pelo y me obligó a tumbarme. Sentí las bofetadas, una por cada insulto que salía de su boca. Rodé por la cama y caí al suelo. Hice acopio de todas mis fuerzas y me levanté. Salí corriendo de la habitación y Fred me persiguió. Conseguí cerrar la puerta para ralentizarle y bajé las escaleras lo más rápido que pude. Al pasar por el salón todos se me quedaron mirando.
      - ¡Eh! ¡Se le está escapando! – gritó uno de ellos.
 Abrí la puerta principal con dificultades, Fred me estaba alcanzando. Nada más salir al jardín consiguió agarrarme del pelo. Grité del dolor y caí al suelo. Fred estaba fuera de sí. Estaba de pie delante de mí y me daba patadas en el abdomen y las piernas. Me empecé a sentir realmente mal, no podía soportar el dolor. De pronto paró y se quedó observándome. Me atreví a abrir los ojos. Sólo se oía mi voz llorosa suplicando.
     - Nadie juega conmigo de esa forma, niña estúpida – dijo con la voz llena de rabia. Otra patada en el abdomen. Tenía ganas de vomitar. Se agachó y me escupió en la cara ensangrentada. Aparté la mirada de él, pero vi como cogía una piedra decorativa del suelo. Sentí el fuerte impacto en mi cabeza, un dolor más intenso del que había sentido en la vida.
Lo último que vi fueron unos lirios.

5 comentarios:

  1. Genial :) ¡Se murió! ¿Se murió? No lo sé xD Ese Fred es un... Tendría que haber hecho caso... Genial, cada vez me gusta más y eso ya es decir ¡Un beso! <3 Subre pronto

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  2. ¡HIJO DE PERRA, HIJO-DE-PERRA! Lo sabía, ¡sabía que era un hijo de perra!
    Pero hay una cosa que falla en lo que yo tenía pensado que pasaría... Joo :(
    ¿Para el próximo va a salir ya quien yo quiero que salga? ^^

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  3. María: Aaaaahhh no sé xD Nah, no voy a matar a la prota en el 5º capítulo...¿o sí? No sé xD Me alegro de que te guste :) ¡Un beso!
    Lady Carla329: Jajajajaja ¡es un hijo de perra de los buenos! ¿Ah sí? ¿Qué ha fallado? Creo en el próximo todavía no...xD

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  4. Me has dejado ¡ Helada! Pobrecita =S Maldito Fred que idiota está hecho. Quiero leer el siguiente =S quiero saber si va ha estar bien , avísame en cuanto lo subas :) Enserio, no me esperaba lo de este capítulo , está muy bien :)

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  5. tuve que tomarme mi tiempo para leerlo pero, ha valido la pena! escribes genial, te sigo:)
    Pásate por los mios, dejame tu opinión y si te gusta sigueme^^
    quemeedices.blogspot.com
    fxckingtheangels.blogspot.com
    Besos!

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